“Patroncito”… Puedo dormir con la luz encendida.

“Patroncito”… Puedo dormir con la luz encendida.

Este relato data de la década de los 80, tras permanecer un tiempo tras las rejas por un delito cometido, un hombre de unos 30 años oriundo de la zona de Villa Dolores consigue trabajo en un establecimiento rural en la zona de médanos ubicada entre Carnerillo y El Espinillal; localidades del zona sur de la Provincia de Córdoba conocida como la Región del Maní.

El hombre era muy bueno para las tareas rurales, ansioso de reinsertarse en la sociedad tras su salida de la cárcel; pero un día lo llama a su empleador para informarle que había tomado la decisión de alejarse del campo. Tras pedirle que se quedara el empleado dice “… Me quedo pero con una condición, si me deja dormir con la luz encendida…” Como el requisito era simple el dueño del campo acepta la propuesta.

A los pocos días mientras compartían una tarea trata de indagarlo para conocer la necesidad de iluminación en la habitación en las noches el hombre primero lo dudó, y después se animó a contarlo “… Resulta que por las noches una bola de luz como de un metro de diámetro cruza el patio… los perros no la ven pero yo sí, se posa junto a la puerta y se queda un largo rato allí e ilumina la habitación por la ventana… con la luz encendida no la veo …”

En la zona de médanos es habitual que se vean luces de noche, ya que por la cría de ganado vacuno hay fósforo propio de los huesos de los animales fallecidos, pero la historia de la bola de luz sólo fue contada por dicho trabajador.

Tal vez la bola de luz no exista… Pero usted no vio algo extraño en su ventana…

La luz mala, también conocida como “farol de mandinga” o “farol del diablo”. Se trata de fuegos fatuos, “la inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias animales o vegetales en putrefacción, que forman pequeñas llamas que se ven andar por el aire  especialmente en pantanos o cementerios”, según la Real Academia Española.

El gaucho argentino ignoraba su origen, la consideró sobrenatural y le dio el nombre de “luz mala”, creyendo que era un ánima en pena. Según las creencias, se trata del espíritu de un difunto que murió injustamente o que reclama por haber sido enterrado en el cementerio.